(Del griego kephalê = cabeza y podos = pie)
Se conocen unas 730 especies de cefalópodos, figuran entre ellas los mayores invertebrados (Architeuthis princeps, por ejemplo, alcanza 22 m de largo), y además están sumamente evolucionados.
Su carácter más notable es la “cabeza con pies”, de ahí cefalópodo. En esa cabeza están los ojos y 8 “pies” (octópodos) ó 10 (decápodos) que en los arcaicos nautiloideos (Nutilus sp.) son hasta 90, unos brazos dotados de ventosas, situados alrededor de la cavidad bucal.
Sus ventosas semiesféricas son unos aparatos adhesivos extraordinariamente eficaces. Se componen de un anillo muscular fijo y un cordón muscular que sobresale en medio de él como un tapón. Cuando el anillo muscular presiona sobre un objeto, al tiempo que se retira hacia adentro ese tapón, se produce un descenso de presión de tal fuerza adhesiva que antes se desgarra el brazo que la ventosa suelte la presa.
Hay también otras ventosas (sobre todo en los decápodos) que tienen la cámara de succión atrofiada, y han desarrollado en cambio unos dentículos marginales o un diente central en forma de gancho; destinado sobre todo a la captura de animales de piel blanda. Las ventosas pueden tener un diámetro de 4 cm (octópodos) o hasta 20 cm (decápodos); esto se conoce por cicatrices de succión halladas en la piel de cachalotes, aunque no se ha conseguido todavía atrapar un cefalópodo con ventosas de ese tamaño. Muchos cefalópodos han formado entre los brazos lo que se conoce como las velas (a modo de la tela en un paraguas), que funcionan como una campana contráctil y les sirve en la locomoción.
Junto a la base de los brazos está la oca con el aparato mandibular. Se compone de una mandíbula superior y otra inferior, parecidas a un pico de loro, capaces de morder con fuerza y quebrar corazas duras o destrozar la cabeza de un pez. En esa “supercabeza” están también unos ojos grandes y muy evolucionados, de estructura muy similar a la de vertebrados, aunque se han se han desarrollado de otro modo. Esos ojos con lente permiten ya la visión en colores y de imágenes. El ojo de cefalópodo más grande hallado en el estómago de un cachalote tenía 40 cm de diámetro. Además, la cápsula cefálica contiene un desarrollado cerebro.
Los cefalópodos -exceptuando a los nautílidos, que disponen de una gran concha exterior arrollada en espiral y subdividida en cámaras- tienen una concha interna, envuelta por el manto, reducida a un jibión o sepión calcáreo (sepias) o una pluma córnea (calamares). Los estratos geológicos del Devónico al Cretácico nos han conservado además las conchas espirales de los ammonites y de los belemnites.
Los cefalópodos sin concha han desarrollado un artilugio muy eficaz para su defensa: una bolsa de tinta que segrega un líquido pardo oscuro. La sueltan en el agua si se ven molestados o en peligro, formándose una nube oscura que distrae al enemigo mientras el cefalópodo huye. Se trata de un pigmento melanínico, producido en unas glándulas apendiculares del recto y acumulado en una bolsa. De ese pigmento se obtiene el conocido color sepia de los pintores.
Tras la cabeza se halla el saco visceral, que puede tener forma de bolsa (pulpo), plano (sepia) o de torpedo (calamares), siendo esta muy adecuada para avanzar rapidísimamente en el agua. Muchos cefalópodos disponen de ensanchamientos laterales en forma de aletas o también un borde entero en forma de aleta, destinado a la estabilización o a nadar despacio. El saco visceral está atravesado por el tracto gastroentérico con su voluminoso hepatopáncreas; contiene además el corazón, que tiene dos aurículas y está encerrado en un pericardio, los órganos sexuales y de excreción (dos riñones, en el Nautilus, dos pares) y la bolsa de tinta.
El saco visceral está envuelto en un manto que presenta en lado inferior una cavidad paleal. Contiene las branquias y desemboca en ella el ano, los riñones y los conductos de las glándulas sexuales. Presenta unas aberturas de inhalación en forma de hendiduras, por las que entra el agua respiratoria y tiene una salida en forma de sifón. El manto es muy musculoso, y puede contraerse con fuerza, expulsando el agua de la cavidad paleal por el sifón -una sección modificada del pie-, lo que produce un fuerte movimiento de reacción que impulsa con rapidez al cefalópodo. Distintas posiciones del sifón permiten determinar la dirección de esa “propulsión a chorro”: si apunta hacia adelante, el molusco se dispara hacia atrás, y viceversa, siendo también posible el movimiento lateral.
Los cefalópodos pueden de color en unos segundos. Si se molesta a una sepia cuando está “clara”, se “pone negra”, como una persona furiosa. También pueden adaptarse al entorno del fondo, no solo imitando el color, sino también su forma y estructura. El cambio de color obedece a unas células pigmentadas situadas debajo de la piel; son negras, amarillas o naranjas y de su contracción o expansión dependen los esquemas cromáticos producidos. Muchos cefalópodos poseen órganos luminiscentes.
Los cefalópodos tienen sexos separados (son dioicos). El órgano copulador es a menudo un brazo modificado, el hectocótilo, mediante el cual el macho introduce el espermatóforo (paquete seminal) en la cavidad paleal de la hembra o lo coloca en la membrana bucal de está. En algunos casos puede desprenderse incluso un hectocótilo y fecundar a la hembra nadando activamente. Las hembras fijan a plantas y piedras los huevos de dura cubierta en forma de racimos o tubos ovígeros; los cefalópodos pelágicos ponen cordones de huevos gelatinosos que quedan flotando en el agua. No hay un verdadero estadio larvario, los pequeños cefalópodos, casi desarrollados del todo, flotan durante las primeras semanas cabeza a bajo en el plancton, convirtiéndose paulatinamente en nadadores activos.
Los cefalópodos son exclusivamente marinos, evitan incluso aguas salobres. Las formas bentónicas se alimentan de bivalvos, crustáceos y peces bentónicos, y también carroña; las formas pelágicas viven de peces, gasterópodos nadadores y crustáceos.
Clasificación sistemática:
Cefalópodos de cuatro branquias, tetrabranquios, representados hoy día únicamente por el género Nautilus y de dos branquias, dibranquios. Ésta última subclase se subdivide a su vez en octópodos, los pulpos y el argonauta, y los decápodos, sepias y calamares.